Dicen que un hijo es una bendición y que con él llega la felicidad. Para Gustavo Costas eso es más que cierto. Y es que el popular "garganta de lata" es padre por tercera vez y por si eso no fuera suficiente, su equipo sigue consiguiendo buenos resultados.
El fin de semana consiguió un valioso punto frente al experimentado Total Chalaco en base al corazón que dejaron los 11 en la cancha. Hay que ser sinceros. Alianza jugó mal, pero hizo que pese la camiseta. Puso corazón y logró un empate en el último minuto. Esos goles en los últimos minutos son los que más le gustan a la hinchada y fue justo ese gol de Kojhi Aparicio en el minuto 93 que hizo que Costas sume una alegría más a su fin de semana. Un gol que lo gritó como se debía: saltando y gritando hasta quedar afónico.
Y esa inmensa alegría de aquel gol se sumó a la más grande de la vida -Costas dixit-: el tener un hijo. Su novia, Virginia, dio a luz a Giuliana Costas Peirano, que con 47 centímetros y 2 kilos y medio terminaron por darle a Costas uno de sus mejores fines de semana. Celebra, papá.
_Para mayor información búscanos en tu kiosko favorito.
El fútbol peruano es distinto al de todos. Es folklórico, algo amateur, impredecible, a veces incompetente. Nuestros dirigentes son poco menos que una bolsa de basura, nuestros equipos profesionales sufren de crisis económicas y hasta deportivas y para colmo de males no tenemos logros internacionales. Pero entonces, ¿por qué somos un país tan fútbolero? ¿por qué seguimos tanto a un deporte que tan poco nos ha dado? ¿es acaso masoquismo puro? La respuesta es difícil. Y es que aquí no hay nada de lógica. Esto es fútbol y por ende es pasión. Nuestro fútbol nos podrá tratar mal, pero siempre estaremos ahí. Al lado de nuestra selección y del equipo del cual somos hinchas. Esto es nuestro Julgo Peruano. Es nuestro mal necesario y del cual nunca nos curaremos porque no podemos dejar de respirar fútbol.
No hay comentarios:
Publicar un comentario